Bueno hoy me toca contaros como fue el viaje de ida, hasta
llegar al paraíso salvadoreño.
Todo comienza un viernes, tras el festival de ¿Conseguiremos
bailar en palacio?” en el Gayarre
Un día de lágrimas, emoción, agobio, alegría, miedo… mil
sensaciones en una. Es una de esas veces en las que quieres gritarle al mundo y
a la vez abrazarle fuerte para que no se te vaya lejos…
Llego la noche, y tras las angustiosas despedidas, montamos
las 7 en el autobús a la una de la mañana con destino Madrid. Llegamos el
sábado a las 6 de la mañana a la T4 y ahí tenemos suerte y podemos facturar las
maletas ¡menos mal¡ Si no teníamos que estar con ellas hasta las 10…
Hacemos una compras de última hora para subir agua y patatas
al avión (todo carísimo), algún que otro registro de esos en los que viene una
mujer con guantes a sobarte, una gozada vaya….
Las 7 preparadas para embarcar (míticas pintas de viaje jaja) |
9 horas y 40 min de avión, pero yo apenas me entero porque
me duermo mientras el resto me odia por ello (si es que yo me duermo en
cualquier sitio, soy una marmotilla..). De hecho no me entero de la primera
comida (pollo con patatas), aunque de la segunda sí, una especie de pizza no
muy rica. Lo mejor de todo fue, cuando entramos en al avión y vi los asientos “QUE
PASADA SON ENORMES Y CON MANTITAS Y LIBROS” pensé. Pero poco duró mi emoción
cuando vi que esos eran los de la clase vip, en los de la gente normal había el
doble de asientos en el mismo espacio…pero…¡también teníamos la mantita y una almohada!
LLegando a Miami en el avión |
Y llegamos a Miami a las 2 y media de allá (6h más que en
España), y nos dicen que tenemos que coger las maletas porque faltan muchas
horas hasta coger el siguiente avión. Así que nada, 8 dólares cada una para
dejarlas en consigna. Ya nos íbamos al hotel cuando la mujer del aeropuerto nos
dice que ni se nos ocurra ir a ese hotel, que esa zona es muy peligrosa, y que fuésemos
a uno de al lado del aeropuerto. Pero al final decidimos ir, y al menos echar
un vistazo al sitio. Así que nos montamos en una minivan y nos metemos ahí las
7 (no me digas como…) y un viajecillo de media hora, que nos salió por 55 dólares,
pero entre todas bastante asequible. Además nos dio el teléfono para que a la
mañana siguiente fuésemos en un taxi como ese, ya que sino teníamos que pillar
dos…
El hotel muy bien, no era un lujo, pero bueno ¿qué mas daba?, nos dimos un
chapuzón en la piscinilla que no estaba muy limpia, pero era enorme y ¡para
nosotras solas!
Algunas de nosotras en el hotel |
Cenamos en un dunkin donuts, comida rápida chunga la verdad.. y
el desayuno del hotel parecido, mucho donuts y engorde de grasas (no muy rico
vaya) , además toda la vajilla es de poliespan así que no hacemos una idea de
la contaminación a la que contribuye el estado (no entendemos esa manía de
hacer todo de usar y tirar…).
Volvemos al aeropuerto, y más registros (de hecho a Edurne
le habían abierto la maleta así que le rompieron el candado los cansinos de
EEUU, son megaparanoicos con que vayas a meter algo en el país). El vuelo de
Miami a El Salvador no es tan tranquilo, de hecho hay un montón de turbulencias,
pero tras 2h y media ¡llegamos!
Un paisaje muy distinto desde el avión de Miami y El
Salvador, fijaros que verde se ve desde arriba, ¡qué maravilla!
Vista de El Salvador desde el avión |
Llegamos entre una cosa y otra con 3 horas de retraso, y allí estaba esperando Carmen (la monja que lleva el proyecto y ha sido siempre nuestro contacto así que nos montamos en un busecillo de un amigo suyo y nos traen hasta la Chacra ¡Comienza la aventura!